domingo, 20 de junio de 2010

Toy Story 3 y otros dos adiós

Toy Story 3, el final maravilloso para lo que debería ser y ya es un clásico del cine, americano, y mundial. No olvidemos que este fue el primer largometraje de este tipo, el primero de Pixar, el inicio del romance entre Disney y Pixar. Toy Story 3 nos recuerda la corta temporalidad de la vida, y lo que es aún mejor el aprender a aceptarla.

No esta en mis facultades revelar la trama, hay que verla para creerla. La estructura de la trama sigue la sencilla regla de oro del cine, construye sobre lo que ya ha sido creado, bajo el mismo ritmo, en la misma forma. Lo anterior no le resta ninguna belleza al filme, y en algunos momentos es dejado de lado por la humanidad de la historia, yo creo que nunca en la historia del cine se había dado tanta humanidad a lo inanimado como se da en toda la trilogía de Toy Story. Toy Story 3 esta escrita de una forma más bien adulta, y aunque con el humor dispuesto a entretener al público infantil que de seguro ha de recibirlo bien, creo que los adultos, y particularmente los que crecimos casi al unísono con Andy, somos los que más la sentimos y los que más la extrañaremos.

Hay que aprender que nada durará para siempre, que un día simplemente ya no estaremos, y que por duro que sea hay que despedirse de las cosas, aún aquellas que nos han dado felicidad al máximo de los niveles.

Eso nos mostró el finado José Saramago, quién en una entrevista revelaba que no temía morir, porque morir era simplemente no estar ahí, y después de todo, esto me hace pensar que de todos modos antes de nacer no estuvimos, ¿o sí?, además tampoco somos omnipresentes, lo que limita aún más nuestra temporalidad. El arte es eterno, y como nombre para la dirección de mi humilde blog se me ocurrió justamente porque creo que mientras la existencia exista, el arte siempre esta presente, la historia que sostiene al universo siempre se esta contando en todos los rincones, los infinitos multiversos existentes siempre están en plan de creación, la existencia de las cosas en su temporalidad va creando la eternidad a través del arte, es el arte que es y que se crea a sí mismo.

Y como menciona el buen Álvaro Cueva en su más reciente editorial de Milenio diario, Carlos Monsiváis no pudo morir en época más inoportuna, cuando hay tantos acontecimientos que el debería estar narrando en sus crónicas, y los cuales opacan lo que debería ser un homenaje más especial, más emotivo, pero sobre todo más atendido por su pueblo. El mundial, la muerte de Saramago, el estreno de Toy Story 3, un millón de cosas, dejan en segundo plano a alguien que debería estar en primer plano. Octavio Paz, la otra cara de la moneda, nuestro otro cronista, tan odiado y lapidado por Fernando Vallejo, decía que si tu muerte no se parece a tu vida entonces esa no fue tu vida. Y así fue la vida de Monsiváis, bailaba con la fea de la fiesta, a la que nadie quiere, con la crónica, la crónica de lo popular, de nuestras vulgares y telenoveleras tragedias mexicanas, era como un pe penador le comentaba yo a mi padre, alguien que buscaba tesoros en la basura, entre los escombros de nuestro México, este México tan contrastante, tan sufrido y admirador del sufrimiento, tan bueno y a la vez tan mezquino, adiós a un pequeño gigante, a un hito mediático de la hambrienta sociedad mexicana. De sus pompas fúnebres me quedo con esa imagen de su carroza fúnebre, recorriendo el mal llamado Zócalo de la Ciudad de México, despidiéndose sin pena ni gloria de un indiferente, salvaje, hermoso paisaje, que de haber sido de otra forma el no habría amado y descrito con esa cómica y escrupulosa honradez. Monsiváis no será extrañado aún, no en esta turbulencia, pero pronto, y sus crónicas serán consultadas por aquellos que quieran saber que había una vez, un México distinto entre el siglo XX y el XXI, por ello gracias.

Me despido esta vez, no sin decir vean Toy Story 3, es una joya, se desarrolla en un realismo tal vez del tipo y del nivel del realismo mágico de Giusepe Tornatore, uno se olvida de que es una franquicia comercial de Disney, es una historia aparte, de esas que no mueren ni se hacen viejas. Hay cosas de las que uno tiene que hablar ya que son inevitables, adiós a un grande y a un pequeño gigante, y recuerden que leerlos no solo será su mejor homenaje, sino que eso nunca, nunca, esta de más.


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