Ganbatte kudasai, pueblo nipón. Empiezo con este sencillo paréntesis uniéndome al dolor y las penurias que embaten al pueblo nipón. Espero que con ese esmero, ánimo, entrega, estoicismo y valentía característicos del pueblo nipón, puedan salir avante como lo han hecho en otras terribles ocasiones. Si pudieron levantarse de la guerra y convertirse en una poderosa nación, podrán volver a hacerlo.
El elemento discursivo siempre es impactante, sobre todo si se le concede la emotividad necesaria en el momento preciso. Así sea el discurso de hace unos días del emperador de Japón, Akihito, en estos momentos de oscuridad la ante la catástrofe inminente, o los de George VI aquellos días igualmente amargos del inicio de la Segunda Guerra Mundial en Inglaterra, el papel del discurso es vital en los momentos más terribles de la vida de un pueblo, y la identidad nacional autentica se acentúa cuando el discurso del líder, en este caso del monarca, esta presente.
Como orador que fui en algún momento de mi vida, puedo confesar que para mi fue conmovedor a un nivel personal ver "El discurso del rey". Es precisamente cuando uno carece de esa confianza personal cuando más difícil resulta enfrentarse a la oratoria. "El discurso del rey" bien se puede resumir en una frase: el reto de un hombre que ante circunstancias abrumadoras se enfrentó a su destino.
"El discurso del rey" me parece que ante todo el filme imprime con entereza las características de los personajes de la historia que nos cuenta. La destacada actuación de Colin Firth como el rey George VI me fascino,y no, no es necesariamente por los premios oscar, sino porque realmente logró concretar una labor muy completa, pero sobre todo muy ardua. Helen Mirren en "The queen" nos había mostrado con anterioridad la dificultad que implica representar a un miembro de la familia real inglesa, la cual ha sido educada con un rigor estoico ante los varios sufrimientos por los que han tenido que pasar (principalmente los de la Segunda Guerra), y me parece que Colin Firth entendió a la perfección esa misma dificultad de carácter, reflejo de dicha educación que lleva la consigna "duty first" en lo más profundo.
Obviamente no todo se remite a Colin Firth, sino también a la participación de Helena Bonham Carter, que en lo que va de su carrera en el cine me parece una de sus mejores actuaciones, dotada de matices, con la seriedad característica de la Reina Madre, pero a su vez con una calidez inmensa sin dejar por ello de ser sutil. Pero quién realmente da cátedra, con el perdón de Colin Firth, es Geoffrey Rush. Es una relación casi dialéctica la que hay entre la actuación de Colin Firth y Geoffrey Rush, pero es el señor Rush en su papel Mr. Logue, el que le da solidez. Mi crítica no va en detrimento del trabajo de Colin Firth, que como ya he dicho es muy bueno (con las maravillosas gesticulaciones y tartamudeo), pero siento que en el filme el dominio más claro lo tiene Geoffrey Rush, pues lo que hace en pantalla es dominante.
Debo decir a favor de quién en la dirección o producción haya tenido la idea fantástica de utilizar el segundo movimiento de la séptima sinfonía de Beethoven, que fue el remate perfecto para la historia, pues le da un toque de emoción intenso, brutal, que hace que uno se agarre de las butacas del cine por lo emocionante que es. "El discurso del rey", dirigida por Tom Hooper (una dirección muy natural y bien llevada debo decir) si bien es cierto que es un filme en la órbita de Hollywood, es un esfuerzo grandísimo que se realizó con un presupuesto ajustado, y hay que decirlo, verlo no está de más.