En nuestro afán por contar los días y las horas que transcurren, las transcurridas y las que quién sabe si están por transcurrir, le damos nombre al tiempo, que nunca es tiempo.
Y quién sabe si nosotros realmente somos o no somos más que una invención nuestra al igual que el tiempo que pasa se aleja y nos deja, y nos supera porque ya es antes de llegar. El tiempo nunca fue tiempo y nosotros no somos ya los mismos.
Así medimos neciamente los años, y ahora hasta las décadas, aferrándonos a ser a toda costa, sin fin visible en el horizonte. Quisiera decir ¡así se va el 2010!, ¿pero cuando vino?, así se va esta década ¿pero realmente fue esta una era como todos pretenden?. No, no hay nada aquí de lo que me este despidiendo, es más bien la continuidad de un tiempo que no es tiempo.
Pretendiendo que las cosas son, digamos pues que fue un buen año, con días difíciles y otros de absoluta felicidad.
A la década, si es que existe tal cosa, la despido como una bella época, de películas maravillosas.
Cómo olvidar a la soñadora Amelié Poulin, o aquel viaje de memorias perdidas de Jim Carrey y Kate Winslet.
Nunca podre olvidar el día en que me perdí en Tokio, sea por el idioma o por la solitaria torre de Babel ahí edificada.
Y que decir de la espera infinita para saber que sucedería con aquel anillo que nos gobernó a todos por varias horas en la oscuridad de la sala, o la historia de ese mago "desadaptado" que los literatos desprecian pero que igual entretuvo a una generación (la mía, por cierto).
No olvidaré las aventuras de ese simpático pirata que nos llevo a navegar al fin del mundo, y que otro día nos hizo llorar llevándonos a la tierra de nunca jamás.
Rememoro los viajes increíbles en el inexistente tiempo del que les he hablado, los días que precisamente nunca fueron días para el señor Botón (Button pues) que nació siendo viejo y cuya noche en realidad fue día y viceversa.
Me alegró mucho también conocer esa tierra de fantasía a la que llaman Narnia, pero si de viajar hablamos por que no hacerlo desde una escafandra con la libertad de una mariposa, o por medio de un castillo que gusta de ser vagabundo.
Me alegró mucho también conocer esa tierra de fantasía a la que llaman Narnia, pero si de viajar hablamos por que no hacerlo desde una escafandra con la libertad de una mariposa, o por medio de un castillo que gusta de ser vagabundo.
Cuando las películas nos hacen recordar otras vidas, no hay nada más dramático que saber que todo ello acaso alguna vez le sucedió a alguien, como la maravillosa historia de aquel gorrión que un día alegro los campos elíseos, o la triste historia de aquel hombre que lo único que quería era poder seguir tocando el piano aún después de ver transcurrir los días más cruentos de un siglo.
Tal vez esas personas aprendieron que el pez más grande es aquel que nunca se dejo atrapar, aquel que se le ocurrió hacer una fantástica fábrica de chocolate.
Hubo días para una violencia poética, de katanas vengadoras y nazis salidos de la ficción más desequilibrada posible.
Otros días fueron para la violencia terrible, perdida en Texas o entre pnadillas de la gran manzana, digo, New York.
Otros días fueron para la violencia terrible, perdida en Texas o entre pnadillas de la gran manzana, digo, New York.
Y que decir de la violencia salida del comic, tan poco notables las telarañas pero tan genial el risueño psicopata enemigo de los murciélagos.
Otros días la violencia fue descontento, fue ocasión para rezar por los hijos de los hombres, para buscar la libertad al ritmo de Tchaikovsky y una gran explosión.
La fortuna nos fue hecha para todos, el amor puede verse muy de cerca, pero al final estar muy lejos; sobre todo cuando se tiene un alma tan ligera como de ventitantos gramos.
Buona fortuna signora Malena, buena fortuna a todos es tal vez lo único que podemos desear para los otros, en este mundo que es más extraño que cualquier ficción.
En toda ficción, por ficticia o real que esta sea, los amigo son imprescindibles, no hay nada como ser una amigo fiel hasta el final.
En toda ficción, por ficticia o real que esta sea, los amigo son imprescindibles, no hay nada como ser una amigo fiel hasta el final.
Me tardaría otra década (si es que eso existe) en contar las aventuras vividas, aunque sea en la ficción, pero eso si, bien vividas.
A destacar entre la ficción de micropantalla a mi amigo el doctor cojo y misántropo, mi nuevo amigo el alien ebrio y de sexualidad ambigua, y muchos otros amigos al igual de la ficción.
No, no olvido a mis amigos "los de carne", pero esa es otra historia, o sea, otra ficción que no es ficción.
Y que buen año,después de todo, si es que a esta ficción se le puede llamar año, pues pude ver a mi ídolo Paul McCartney, aunque sea de lejecitos, pero lo vi.
En esta pretensión vanidosa de nosotros los seres humanos de medir el tiempo que ya no es tiempo y que nunca lo fue, a quién lea esto (y a quién no también) le deseo la mejor de las suertes en el año "venidero".
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