Tuve la suerte de ver una proyección gratuita de dicha película ayer por la tarde. Bernardo Bertolucci es un maestro, no hay otra descripción que encaje cuando uno ha de referirse a su trabajo. "El último emperador" es una película que yo recuerdo haber visto hace mucho tiempo ya. De modo tal que verla ayer fue como ver algo nuevo.
La historia de China hacia el s. XX no dista mucho de la historia acontecida en varios países alrededor del mundo. Es una historia convulsa, catastrófica, donde los viejos paradigmas caen y se establecen otros radicalmente distintos.
Me encanta del filme el realismo con el que se refleja todo, al grado de que uno se ve inmerso en la fascinante historia de los emperadores chinos. Los más mínimos detalles son cuidados al por mayor durante el trance de esta película, lo que me hace pensar en un nivel de producción apabullante.
Un relato poco común es el del emperador Puyi. Él es un perfecto hilo conductor para comprender como fue que China pasó de ser un Imperio formidable, el del "señor de los 10000 años", a ser una república que actualmente conocemos como la República Popular China. Yo creo que toda la documentación y bibliografía existente respecto a esa transición no se explica tan maravillosamente como a través de dicho relato.
No es afán de racismo el que me impulsa a decir que la actuación de la película que más me agrado fue la de Peter O'toole. La presencia del señor O'toole en escena siempre le da un realce enorme a cualquier película. Y lo mismo va para sus apariciones en "Calígula" o en "Lawrence de Arabia". Su personaje en "El último emperador" es un símboliza el respeto y la admiración mutua que debería existir entre oriente y occidente, pues hay muchas cosas positivas que podemos aprender los unos de los otros. John Lone, quién interpreta a Puyi como hombre adulto, nos ofrece una actuación esmerada, y que además encaja muy bien con el perfil del personaje.
De la dirección de Bertolucci hablaré sólo con elogios. El erotismo, ausente en la historia original, me parece sin embargo atinado para la película, pues nos ofrece una carga emocional intensa. Existe una evidente omnipresencia del director que se puede saborear, pues nos deja ver a través de sus ojos con lujo de detalle. Lo que me parece aún más genial es que nos es mostrada la lenta transformación del emperador lujurioso y altanero, en un hombre taciturno y honorable, cuyas acciones lo atormentan pero a su vez lo redimen, y que al final de la historia nos dice con gran dignidad, pese a su humilde apariencia, que el fue alguna vez el emperador de China.
Un filme de gran calidad que vale la pena ver por su aporte cultural, histórico y por la gran calidad de su producción y dirección, y sin lugar a dudas, verlo, no está de más.
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