domingo, 17 de octubre de 2010

Comer, rezar, amar: el arte de vivir.

El día viernes pasado, después de una semana desastrosa, me decidí firmemente a olvidar todo de una buena vez, salí de mis aposentos y fui al cine.

El asunto era así tenía que elegir "Comer, rezar, amar", o ver alguna cosa poco interesante a primera vista. Tan poco interesantes eran las otras opciones que ya ni las recuerdo. Espere al inicio de la función cuarenta minutos en un café cercano, bebiendo una buen americano (para que me lo rellenarán), escuchando a una simpática cuarentona cantando con un karaoke y leyendo "los hermanos Karamazov" del buen Dostoievsky.

Ahora si, mi crítica. "Comer, rezar, amar" es una historia bonita, simpática, agradable de ver. Su único defecto es provenir de un best seller, porque esas historias casi siempre terminan siendo ramplonas. La ramplonería, sin embargo, se ve superada. Con esto no digo que sea la película del año, pero puedo recomendarla sin temor a equivocarme que el que la vea pasará un buen rato en la sala de cine

El inicio de la película peca de tenue, muy acorde con el "american way of living" tan simple como el cafe americano, del que tomo varias tazas y no me crea ningún efecto. Pero la historia mejora recién llega Elizabeth a Italia. La magia de un país tan hermoso como Italia a de darle sabor a cualquier historia, por cruenta o ramplona que sea. No uso el termino ramplona para adjetivar esta historia con dureza ni con desprecio, simplemente mi propósito es dar a entender que por muy buena que sea, al final carece de fuerza para impresionar a los cinéfilos más duros. Pero bueno, regreso a mi crítica. La parte de Italia es sumamente fascinante, puesto que nadie conoce mejor el arte de vivir que los italianos. La música, la comida, il cinema, todo el arte italiano es vida pura al nivel máximo de goce. No pudo ser más atinada la decisión de la señora Gilbert que buscar el sabor de la vida en Italia. Ver a Julia Roberts disfrutando todo ese ambiente sin remordimiento ni empacho causa verdadera envidia. No busco contar la historia para aquellos que no hayan leído el libro o estén dispuestos a ver el filme, pero tengo que hablar de mi parte favorita de éste. La visita a aquella construcción derruida y sucia que alguna vez fue el corazón de la Roma de Cesar Augusto fue lo más acertado y maravilloso del viaje de esta mujer, pues nos habla del renacer, de como de las ruinas, de las deprimentes ruinas de aquello, ha surgido algo tan maravilloso, tan bello, tan perenne como la Roma de hoy día.

El viaje de Elizabeth Gilbert, no se mide por las millas que esta recorre, si no por el proceso de reencuentro consigo. La historia nos habla del proceso que conlleva aprender a vivir. Bien lo decía Sócrates en su apología, "porque una vida sin examen no es vida". El resto de los viajes no los cuento, no me corresponde.

Ryan Murphy, director en este filme, logra de un modo inexplicable su cometido. No es genial ni es un genio, pero es sí, se las ingenia para que lo que hace quede bien hecho.

Hay que destacar a Julia Roberts, pues hizo un esfuerzo por adentrarse en el personaje, por ser menos ella y más Elizabeth Gilbert, trató de encarnar con la mayor intensidad posible al personaje. Sin embargo es la actuación de Javier Bardem la que más me convence, por que interpreta a un personaje de corta aparición, pero es muy contundente, sin necesidad de hacer mayores esfuerzos, no en busca de protagonismo, sino en busca de ver que rasgos particulares podía darle a Felipe.

"Comer, rezar amar", es aleccionadora, relajada, uno se lleva un buen sabor de boca (y muchos antojos de pizza) además demás de una reflexión acerca del equilibrio en nuestras vidas. Y claro, eso si que no está de más.


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