miércoles, 26 de mayo de 2010

Aute: El amante alevoso

Mañana me presentaré al concierto del gran Paul McCartney, una leyenda musical y artística de trayectoria mundial, y por ello me pareció buena idea hablar del último gran artista que pude presenciar, que fue el señor Luis Eduardo Aute, y aunque menor en fama y reconocimiento mundial, me parece una gran artista al igual que el ex-beatle.

Cierto es que Aute no es tan conocido en el orbe como lo es McCartney, ni es tan buen músico como el, pero es un artista completo, con todas sus letras. Lo que me parece interesante es que Luis Eduardo Aute es antes que nada y ante todo pintor, y aunque poco casi nada conozco de su faceta pictórica (solo lo que he visto en su página que es muy poco), tengo entendido que es donde más libertad tiene para expresarse. Del Aute canta-autor conozco más sin duda alguna, y la verdad es fascinante verle actuar en vivo, pues va más allá, no solo se dedica a cantar con esa voz sencilla pero agradable e inoxidable (va para setenta y le cambia poco casi nada esa voz), sino que además comparte su amplia e interesantísima experiencia de vida, como cuando comenta su experiencia inusual y chusca en el Hafa Cafe de Tánger ( ahora solo pienso en visitar ese lugar) en la que Mick Jagger hizo de las suyas, o eso de que el contrarió de Dios es el Papa, y como olvidar esa noche de Tepoztlán con Katy Jurado. A mí me conmovió mucho aquella noche el momento en que cantó su canto a Lennon, en especial porque soy gran admirador de éste (y de los Beatles en general), aquel canto a Lennon resumía en unas cuantas frases el sentir generalizado de cualquier admirador del buen John, esa melancolía que causa la pérdida trágica e irreparable de un genio. Volviendo a Aute, esa presentación fue bastante generosa en tiempo y en la forma en la que se dio. El final fue muy entrañable, el frío nada generoso estaba presente por doquier pero el no se achicó, cantó a capela su himno contra la pena de muerte, "Al alba", esa lúgubre canción disfrazada de dedicatoria amorosa, entrañable obra de la música de protesta.

Así fue pues, esa maravillosa experiencia, en un rincón del estado de Puebla llamado Tehuacán, una noche para recordar por aquellos que la supimos apreciar, y desde aquí, ¡gracias, encarecidas gracias, Luis Eduardo Aute, por haber compartido tu riquísima experiencia y filosofía de vida con nosotros! ojalá pudieras leer esto, que lo dudo. Haber como nos va mañana con McCartney, y gracias Aute, porque darte las gracias, no esta de más.

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