Estuve en la Ciudad de México para ver los festejos del bicentenario, y la verdad es que fueron muy malos considerando la expectativa que había al respecto; los festejos no pasaron de ser los mismos de siempre y un poco más. En el desfile militar me hubiera gustado ver contingentes militares extranjeros mostrando su poderío, se agradece el gesto de mandar a algunos efectivos de los países asistentes, pero yo esperaba más. El café descafeinado me sabe mejor que los festejos vistos con mis propios ojos, y no puedo decir que me sorprende porque el fracaso de estos festejos estaba anticipado por muchos periodistas. Lástima, en cien años si México sigue existiendo ya tendrán otros la oportunidad de hacer algo mejor, la verdad es que se extraña al gobierno de don Porfirio Díaz al ver en lo que resulto este festejo.
En mi viaje conocí a un ciudadano belga, Pieter Mathysen me decía que era su nombre, un chico interesante a decir verdad, contándome sus experiencias y visiones de México, algunas placenteras y otras no tanto, alguna bizarras. Pieter me pregunto muchas cosas acerca de México, y yo expliqué lo mejor que pude, pero al final mi mejor recomendación fue: lee a Octavio Paz, "El laberinto de la soledad". Y como no recomendar la mejor obra ensayística de Paz, si por más que pasen los años y muchas cosas hayan cambiado tal parece que la naturaleza del mexicano sigue siendo la misma. Pieter me contó además algunos detalles de su vida, los cales parecían sacados de una película de Woody Allen, los cuales por el momento no me atrevo a revelar en este blog por respeto a la privacidad de mi nuevo amigo.
Llovió mucho aquellos días en la Ciudad de México, no podría describir cuanto, me enfermé de tal forma que cuando regresé a clases no pude participar en un concurso de oratoria debido a que apenas podía articular frase alguna sin comenzar a toser. Mi visita tuvo algunos aspectos frustrantes que no me interesa comentar aquí pues o tiene ningún caso, salvó para decir que me llovió sobre mojado, que muchas cosas que deseaba hacer no pude hacerlas.
Hube escuchado una clase de marxismo vs positivismo muy interesante en casa de un profesor amigo de mi hermano, que fue donde me hospedé; yo prefiero no tener que tomar partido en posición alguna, pues ambas argumentan muy bien sus puntos de vista; amén que siempre hay que estudiar estas cuestiones a fondo pero sin apasionamientos que no nos conduzcan a ningún sitio.
Anoche, aquí en mi cuarto en Puebla desde donde escribo, ví "American Beauty" de Sam Mendes, reflexioné sobre la vida de Lesther Burnham, el protagonista encarnado por Kevin Spacey. La belleza de la vida constituye el poder vivirla en plenitud hasta el último instante, dejándonos llevar de la mano por ésta. ¿Cuántas veces nos han dicho esto a lo largo de la historia, en la literatura, la música, el cine? yo creo que muchas, todo el tiempo, simplemente cuesta dar cuenta de lo cierto que esto es, las vicisitudes de la vida moderna, la búsqueda de la satisfacción de necesidades, algunas de ellas banales y no tan básicas, nos apartan de esta hermosa verdad.
Una entrada personal, después del letargo que significó no escribir la semana pasada, desconectado del mundo aunque inmerso en el. Podría haber escrito acerca de cada una de estas cosas por separado, pero preferí hablar de ellas como un conjunto, pues así es como las siento. Expresar nuestro sentir, no está de más, saludos a quién lea esto.